
La dificultad de cambio de hábitos en las organizaciones y las personas: el apego
La dificultad de cambio de hábitos en las organizaciones y las personas: el apego
Categoría
Fecha
8 abril 2025
Algunas reflexiones que proponemos a los equipos para profundizar en las posibilidades y oportunidades de la gestión del cambio:
Sois responsables de vuestra realidad. Así pues, la primera cuestión que debéis tener en cuenta para practicar el desapego de los hábitos adquiridos, es tomar conciencia de que eres pleno responsable de ti mismo/a. No podéis poner en el bolsillo de otras personas o instituciones los resultados de vuestra organización… siempre hay alternativas si se buscan… y vosotros sois los que tenéis la llave para hallar y explorar esas alternativas. Cada situación tiene opciones, no puedes pensar que debo, por ejemplo, trabajar en una situación crónica de estrés o apurando plazos siempre asfixiados en la última hora. Son contextos que pueden mejorar y mucho con planificación, gestión del tiempo, establecimiento de prioridades o reordenamiento de recursos.
Acepta lo que no depende de ti. En toda realidad, existen elementos externos o del sistema que determinan nuestro espacio de trabajo y sobre los que no tenemos influencia. Estar continuamente quejándose a nivel interno (otra cosa es que hagamos lo posible por que mejoren estas condiciones) de situaciones que no tienen solución…que si hay que ver el corto plazo de la convocatoria, que hay que ver que complicada o larga es la normativa, que si hace mucho calor en verano, que si hace frío en invierno. Energías perdidas, céntrate en la realidad sobre la que puedes proponer y mejorar.
Fomenta la creatividad: que puedo hacer diferente. El apego ata tu conducta a “la manera de hacer las cosas como siempre”. Y hay entidades que heredan hábitos de hacer costosos en tiempo, inútiles en la aportación de valor, incluso negativo para el resultado. Pero, repetimos, “como siempre se ha hecho así”. Rompe con esta rigidez. Realiza alguna dinámica o técnica de creatividad con tu equipo. Verás como existen alternativas, y verás como muchas personas se sienten motivadas ante la posibilidad de participar en estas mejoras.
Genera espacios para compartir. Las personas que tienen más apego son las que enseguida hablan de sus tareas y se aíslan, las que son un departamento o área, las que son de su mesa y su estantería. Para romper con esa dinámica que fragmenta el equipo, genera acciones de colaboración, de trabajo conjunto, de cambio o intercambio de funciones. Claro está, las personas con más apego se sentirán irritables o descolocadas con los cambios. Pero eso será al principio, estos nuevos espacios generarán aprendizajes y afectos que nos permitirán evolucionar.
Asume las pérdidas. A veces no se consigue el objetivo, el resultado no está garantizado, pero sí el aprendizaje y la experiencia. En ocasiones, nuestra organización o nosotros personalmente no conseguiremos el objetivo en su totalidad, o ni siquiera en gran parte. Eso genera frustración, tristeza e incertidumbre. Pero cuidado con que eso nos paralice o nos “metamos en la cueva” de hacer lo de siempre. Queda ahora el espacio de introspección, valorar lo que hemos aprendido y comenzar a construir una nueva propuesta de valor.
Todos tenemos hábitos. Algunos nos hacen la vida más fácil, otros simplemente los heredamos sin preguntar. Y también están esos apegos —cosas, personas, rutinas— que nos reconfortan, pero que a veces se convierten en barreras invisibles para crecer. Lo curioso es que estos hábitos y apegos no solo los tenemos nosotros como personas, también las organizaciones los desarrollan con el tiempo.
Lo funcional: ¿hacemos las cosas porque funcionan o porque siempre se han hecho así?
A nivel personal, muchas veces repetimos tareas, decisiones y comportamientos simplemente porque «así lo hacemos siempre».Puede ser la manera en que empezamos nuestro día, cómo respondemos al estrés o cómo organizamos nuestro trabajo. En las organizaciones pasa lo mismo: procesos heredados, reuniones innecesarias, sistemas poco ágiles que ya no sirven, pero nadie se atreve a cambiar.
¿Qué limita?
Nos vuelve lentos, inflexibles. A veces, lo funcional dejó de serlo hace rato, pero seguimos aferrados por comodidad o miedo.
Lo físico:
¿de qué cosas materiales no queremos soltar? En lo personal, puede ser desde el móvil hasta un espacio, un objeto o incluso lanecesidad constante de estar ocupados. En una organización, esto se ve en oficinas mal distribuidas, herramientas obsoletas o acumulación de cosas que «algún día servirán».
¿Qué barreras genera?
Nos ata a una sensación de control que no siempre es real. Lo físico puede generar ruido, distracción, carga operativa y poca adaptabilidad.
Lo afectivo:
¿qué emociones sostenemos aunque ya no nos sirvan? Aquí es donde más nos duele mirar. Tenemos apegos emocionales a personas, ideas, roles o formas de trabajar. En lo individual, nos cuesta dejar relaciones o identidades que ya no nos representan. En lo organizacional, pasa con líderes, equipos o “formas de ser” que alguna vez fueron clave, pero hoy bloquean la innovación.
¿Qué dificultad trae?
Nos impide evolucionar. Lo afectivo mal gestionado puede generar resistencia al cambio, conflictos y estancamiento.